¡Saludos desde Otoñolandia! En nuestra segunda semana del Calendario de Adviento nos metemos con uno de los temas más controvertidos de esta época: LA COMIDA NAVIDEÑA. La amás o la odiás. No hay intermedios.
Yo la odio 🤣👌.
Más allá de qué lado estén, es muy probable que alguna vez hayan escuchado el “¿cómo es posible que comamos estas comidas tan pesadas si hace 75°C?”. Es probable que haya exagerado con los 75°C, pero los otoñolandeses somos así, sensibles al calor. El “¿cómo es posible, etc?” tiene una respuesta sencilla. Vamos con algunos ejemplos.
En la región alemana se comen platos salados de carnes asadas al horno con salsas de frutas como arándanos o manzanas. En las ferias de Navidad se comen salchichas asadas dentro de panes y se las acompaña con sidra, cerveza o vino especiado. En temas dulces se comen galletas de jengibre decoradas con azúcar o bañadas en chocolate. También se comen pancitos de levadura hervidos y saborizados con canela y vainilla y acompañados con mermeladas.
En Austria las comidas saladas incluyen salchichas, carnes aderezadas con salsas de fruta, papas rellenas, salmón, quesos y de postre, pancitos hervidos y acompañados con mermelada. Vamos notando algo, ¿no 😏?
En la República Checa se comen salchichas asadas en panes integrales, aderezadas con mostaza, acompañadas con papas, servidas con jamón ahumado. También se toman sopas de pescado con verduras y crema. En materia de dulces tienen una especie de panqueque al que rellenan con… mermeladas, así es. (Veo un mercado listo para recibir al dulce de leche, ¿ustedes también lo notan 😎?).
En Estrasburgo, ciudad francesa con raíces alemanas, se toma vino caliente con especias y naranjas, cerveza caliente y se come paté con panes integrales. Los panes no quedan en el reino de la comida salada: se hacen pancitos con forma de ¿humanos? saborizados con canela y almendras, anís o vainilla. Se hacen tortas rellenas con frutos secos como nueces y almendras y se las decora con azúcar o chocolate. Se comen pancitos hervidos con… ¡correcto: mermeladas! y panes (lo que llamamos en Argentina llamamos “budines”) que están rellenos con manzanas o peras disecadas y almendras y nueces. En Copenhague se venden galletitas con forma de hombrecitos, hechas de miel y manteca. En Valencia pancitos hechos con canela y miel, acompañados con chocolate caliente.
Los turrones navideños españoles son famosos en el mundo y señalan la huella que dejó la ocupación musulmana durante siglos. En Italia se comen carnes asadas y fiambres, aceitunas, quesos y pastas. En pastelería, los italianos son famosos por el panettone, pan con frutas, y el pandoro, pan dulce bañado en manteca y azúcar.
Creo que queda claro lo que señalo. ¿Por qué comemos todos esos productos tan pesados y propios del invierno? Bueno, porque celebramos la Navidad, una fecha religiosa cuyas tradiciones asociadas fueron traídas a la Argentina por los inmigrantes europeos a fines del siglo XIX y principios del XX. Y esas comidas no son tanto “tradicionales”, como “estacionales”, algo que señalaba en la newsletter anterior: esos productos eran de invierno eran los que intercambiaban en las ferias los campesinos que concurrían a ellas.
Ahora bien, no toooodo en este tema es exportado desde Europa. En muchos lugares la papa (junto con el tomate, producto americano por excelencia), se ha hecho su lugar en las comidas típicas “estacionales” europeas, así que podemos señalar que esas tradiciones comenzaron a serlo a partir del siglo XVI y, más probablemente, del XVII. Lo mismo ocurre con el chocolate, otro de los ✨grandes aportes de América a la humanidad✨, cuya producción y consumo en formato dulce fue incluso más tardía que los de la papa y el tomate. Eso que nos parece “tradicional y ajeno”, no lo es tanto.
Por supuesto, cada lugar ha tomado esas tradiciones y se han transformado. En Argentina lo hemos hecho con ganas. Se comen carnes asadas, por supuesto, pero las nuestras son hechas en la 🙌sagrada parrilla🙌 que habita, material o espiritualmente, en cada uno de nuestros hogares. Se acompaña con papas, claro, pero vienen en forma de ensalada rusa. Es cierto que lo que más sobrevive es el pan dulce, los budines, las frutas secas y las disecadas y el chocolate. Ocupan un lugar tradicional, por supuesto. Ahora bien: no hay Navidad sin ensalada de frutas y eso solo es posible en nuestro verano, cuando pasamos por las fruterías y el aroma de las frutas maduras es embriagante. Y pregunto: ¿un Año Nuevo sin helado es realmente un Año Nuevo? No lo creo 😱. Ya hemos hecho nuestras modificaciones y aportes a las fiestas de Navidad y, personalmente, creo que mejoraríamos mucho a esos pancitos hervidos si les pusiéramos dulce de leche 😎.
¿Tendremos nuestras ferias de Navidad en algún momento? Hay algunas muy chiquitas, locales, que han aparecido en los últimos años. Ojalá que sí, que crezcan y yo pueda ir y sacar lindas fotos. Aunque, no lo sé... Hace calor para ver a tanta gente junta (les recuerdo, estas crónicas son escritas desde Otoñolandia, no pidan peras al olmo) y diciembre es un mes TAN ESPECIAL.
Sí creo que hay algo alrededor de las fechas patrias, sobre todo en mayo y julio, que se viene gestando desde hace un tiempo. Precisamente cuando hace frío y dan ganas de reunirse con gente y comer un guisito de lentejas (no, locro, no, acá en Otoñolandia no nos gusta 🙄), empanadas, churros, pastelitos y tortas fritas. Quizá lo nuestro sean las ferias mayas y julias. ¿Por qué no?
¡Hasta la próxima crónica!
🍂
Me encanta toda las historias que contas de navidad y sus tradiciones